Algunos artrópodos, como las mariposas o los escarabajos, han evolucionado durante millones de años llegando a producir nanoestructuras de cristales biofotónicos en la escala óptica deseada por ingenieros modernos. ¿Para qué sirve todo esto? Para cosas como mejorar las células solares, cables de fibra óptica, e incluso para la fabricación de cosméticos y pinturas.
Ingenieros de la universidad de Yale han investigado estas nanoestructuras que producen los colores vivos que poseen algunos escarabajos, abejas, mariposas… Esta arquitectura es idéntica a la de los polímeros químicos manipulados por científicos materiales. No obstante, es difícil convertir estos polímeros en estructuras más grandes para que puedan ser de utilidad comercial. Por ello, las nanoestructuras de estos artrópodos son de gran ayuda ya que poseen una magnitud mayor que los polímeros artificiales, con el fin de poder interferir con la luz y producir colores más saturados.
Este descubrimiento conlleva a una mayor facilidad para la fabricación de todos aquellos productos en los cuales los polímeros son necesarios (plásticos). La anatomía de estos artrópodos resulta sorprendente; se encuentran materiales útiles hasta en los pelos de un simple escarabajo. Como decía el físico alemán Max Planck: “la ciencia es la progresiva aproximación del hombre al mundo real”.
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